lunes, abril 03, 2006

La victoria

En vez de ponerme a leer lo que tengo pendiente (como las novelas Voice of the Fire de Alan Moore, Adicción de Isaí Moreno y Los detectives salvajes, con la que voy muuuuy lento) este sábado cayó a mis manos La victoria, novela política de Jaime Sánchez Susarrey.

Y me la devoré.

Entiendo que el autor es locutor de TV Azteca y colaborador de Reforma, pero como ni tengo tele ni confío en Grupo Reforma (¿qué seriedad puede tener una editorial que saca un periódico para la gente nice y otro para el peladaje?) pues me es un desconocido. Lo que me queda claro es que don Jaime es rabiosamente anti AMLO.

Sánchez Susarrey no escribe bien. La novela tiene serios problemas gramaticales: cambia del presente al pretérito todo el tiempo, por ejemplo, sus diálogos son acartonados e inverosímiles e incluso añade una segunda línea narrativa que no termina de integrar a la principal, que es sobre el triunfo de López Obrador en las urnas. Lo que me atrapó es lo espeluznante de sus elucubraciones.

El autor presenta a un AMLO sediento de poder, vengativo y con serios problemas de personalidad que no conoce límite alguno para llegar al poder y luego perpetuarse en él. Lo tétrico del relato es su inquietante plausibilidad. los protagonistas de la novela son personajes públicos que son nombrados sin rodeos, como hacían Luis Spota o Héctor Aguilar Camín. Por sus páginas desfilan desde Vicente Fox y Carlos Abascal hasta René Bejarano y Dolores Padierna.

Me gustaría pensar que Sánchez Susarrey exagera y hace un retrato grotesco, casi caricaturesco del Peje, sin embargo todo parece sustentado en una investigación acuciosa y una observación aguda del personaje público. Da la impresión que el escritor echa poca mano de la imaginación, que sus extrapolaciones son inmediatas.

Y lo son, se trata de un libro situado literalmente "veinte minutos en el futuro."

Los millones de entusiastas de AMLO dirán que se trata de un golpeador, de un emisario del poder, de una tuerca más del famoso compló. Yo no lo sé, pero escucharía con atención las voces de alerta. No quisiera escuchar las palabras que Sánchez Susarrey pone en la novela en boca del Subcomandante Marcos: "se los dije."

Ay, futuro, que negro te ves...

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