jueves, octubre 20, 2005

The Good Old Times

"Vamos a ver a Napalm Death", me dijo el Carcass hoy por la mañana.

Con su aspecto de profesor universitario, vestido de suéter y zapatitos negros impecablemente boleados (siempre se vistió así), el Carcass es uno de los metaleros hardcoreholics más radicales que conozco. Un auténtico gourmet de la estridencia.

Nos conocimos en la prepa, en un taller de artes gráficas en el CUM. Eramos un par de outsiders, él fan del metal y el cine gore, yo de los cómics, el punk rock y la ciencia ficción. Una asociación natural.

Fuimos juntos a la universidad, donde estudiamos diseño. Junto con Bachan y Vera formamos un colectivo de moneros, Molotov, con el que publicamos varios fanzines de comics y gore en los que también participaron, entre otros, los hermanos Priego, Ernesto y Rodrigo.

Molotov se disolvió hace más de 10 años. Todos seguimos nuestros caminos, pero ahora que doy clases en la Ibero me he rencontrado con el legendario Carcass, uno de mis gurús personales, gracias al cual conocí montón de grupos y películas extraños. Empezando por la movida del grindcore y el death metal.

"Ya no hay bandas pesadas", nos lamentábamos a coro. La furia de la música de Ministry, Laibach o Morbid Angel parece haberse diluido. El propio Trent Reznor está envejeciendo. Hoy todo suena a Incubus, decíamos como los dos viejitos de los Muppets.

Ir al concierto de Napalm Death sería como descolgarse en uno de los bailes del Fonógrafo del recuerdo. O del Insen.

"Whatever happened to the good old times?", se lamentaba Nite Owl con Rorscharch. La mejor respuesta es la que daba el legendario Fernando Zertuche: "No eran ni tan good ni tan old ni tan times".

"La primera vez que me sentí viejo", decía el Carcass, "fue cuando en el concierto de Type-O Negative empezaron a tocar Hey Jude y nadie la reconoció".

"La primera vez que yo me sentí viejo fue cuando fuimos a ver a Slayer juntos y todos los chavitos tenían diez años menos que nosotros", contesté.

Y seguimos lamentando el estado de las cosas en una mesa de la sala de profesores de la Ibero, minutos antes de irnos a dar clase de 9.

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