jueves, septiembre 01, 2005

El pasado 22 de agosto, Natasha, la hija del escritor Carlos Fuentes y la periodista Sylvia Lemus, apareció muerta debajo de un puente en la colonia Morelos, en pleno Barrio de Tepito.

No creo que exista dolor más grande que enterrar a un hijo. He visto dos casos cercanos, mi amiga Ixchel y mi primo Francisco. A ambos les he dedicado sendos libros míos.

Aún recuerdo cuando Francisco murió. No abundaré ahora en la historia, que aún me estremece. Lo que quiero consignar fue que en aquella, la noche más amarga de mi vida, mi papá y yo escuchamos al tío Gabriel llorar hasta el amanecer(y mientras lo escribo se me humedecen los ojos).

Bernardo, el ingeniero Fernández, el bloque de hielo más sólido que conozco, me dijo¨"Yo en su lugar, me volvería loco."

Hace 6 años murió Carlos, el otro hijo del matrimonio Fuentes Lemus, también en circunstancias trágicas (toda muerte prematura lo es).

Qué dolor. Qué maldición, sepultar a tus dos hijos.

No conozco a don Carlos ni a Sylvia. No conocí a ninguno de los chicos. Ni siquiera soy un gran lector de la obra del papá. Pero conozco el dolor humano, me ha pasado por los lados, ha rozado mis dedos, me ha dejado cicatrices.

Por ello me solidarizo en el dolor con ellos y con quienes han vivido este dolor inmenso. No hay consuelo ante una pérdida como ésta.

Que Natasha descanse en paz, donde quiera que esté.

PD: Desde aquí un beso a Josefina, Gabriel y Elena. Los quiero. Y a Malena.

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